Las tres pirámides de Egipto más conocidas, que se encuentran en Gizeh, cerca del Cairo, llevan los nombres de tres faraones de la IV dinastía: Keops, Kefrén y Micerino. Otro monumento de la misma dinastía es la conocida Esfinge, que se encuentra al lado de las famosas pirámides. La Esfinge ha permanecido escondida, sepultada bajo la arena, durante varias generaciones en la antigüedad. Su remoto origen y su inexistencia durante ciertas épocas, habría causado que el recuerdo de la Esfinge desapareciera y se convirtiera en una especie de leyenda.
Tal y como se ha dicho, el origen de las Pirámides, así como el de la Esfinge, se sitúa en la IV dinastía egipcia. Aun así, si su presencia ha sido desapercibida durante años por los movimientos de las arena del desierto, su construcción podría remontarse a más de diez mil años de antigüedad. Se explora, a partir de aquí, la teoría de que éstas fueran obras de los atlantes.
LA GRAN PIRÁMIDE
La Gran Pirámide, llamada Keops, es considerada desde la más remota antigüedad como una de las siete Maravillas del Mundo. Su construcción, capaz de resistir seísmos, incendios e incluso inundaciones, ha causado asombro desde la época de los griegos. Se emplearon tres millones de bloques de piedra y algunos de ellos pesaban hasta 30 toneladas. Estos bloques se ensamblaban sin cemento, encajaban a la perfección como si fueran piezas de Lego. Además, en aquella época, su revestimiento era de láminas lisas de piedra caliza, dura y blanca que resplandecía al sol, mostrando una imagen imponente.
La construcción de una obra tan extraordinaria hace evidente que el pueblo que la construyó no ignoraba algunas de las ciencias que conocemos hoy en día ni muchas otras más. Es difícil de discutir que los conocimientos de los sacerdotes egipcios eran vastos, y prueba de ello la conforman los viajes de los conocidos griegos como Solón, Pitágoras o Platón, quiénes volvieron más ilustres y más sabios de sus viajes por el Mediterráneo.
El primer reconocimiento científico e histórico de las pirámides se remonta al siglo X de nuestra era, el escritor copto, Masuri, escribió, apoyado en manuscritos, sobre los secretos científicos que albergaban. Desde los nombres y propiedades de las plantas medicinales, las ciencias de la Geometría y la Aritmética, la Historia y la crónica de Egipto, hasta la representación de las esferas celestes; en las pirámides se recopiló todo el conocimiento sobre las artes y las ciencias de los sacerdotes.
Siempre hemos centrado nuestra atención en las cámaras ocultas o sus sistemas de construcción. Sin embargo su mayor enigma podría estar en la energía que parece esconder la forma piramidal. Según los expertos, esta energía propiciaría la conservación natural de alimentos, la regeneración de cuchillas de afeitar o la recarga de baterías vacías.
LA RESPUESTA ELECTROMAGNÉTICA DE LA GRAN PIRÁMIDE
Desde el punto de visto electromagnético, la gran pirámide es un gran canal receptor de energía bajo su base y en sus cámaras internas. El papel de la resonancia es fundamental para explicar este fenómeno.
El hallazgo lo hizo un grupo de investigadores de la Universidad ITMO (San Petersburgo, Rusia) que utilizó simulaciones informáticas para observar que, si la longitud de onda de dicha forma de energía entra en resonancia con las dimensiones de la pirámide, esta mole de piedra actúa como un “canal” para esta forma de radiación.
Los autores del estudio, cuyos resultados fueron publicados en Journal of Applied Physics, han sugerido que estas observaciones y los modelos físicos empleados pueden servir para diseñar nanopartículas capaces de producir efectos similares en el rango visible del espectro electromagnético. Esto podría ayudar, por ejemplo, a desarrollar sensores y células solares más eficientes.
Los investigadores averiguaron que las ondas de radio con una longitud de onda de 200 a 600 metros entran en resonancia con la pirámide. A continuación, trazaron un modelo matemático para describir la respuesta del edificio y qué proporción de la energía es reflejada o absorbida por éste en una situación de resonancia. Gracias a este tipo de cálculos, los investigadores descubrieron la distribución de la radiación electromagnética en el interior de la pirámide y observaron que se concentra en las cámaras inferiores.
Para explicar por qué, llevaron a cabo un análisis multipolo, muy usado en física para estudiar y predecir las interacciones entre objetos complejos y campos electromagnéticos.